Funeral

Me diste por muerto, sin ni siquiera velarme. Organizaste el funeral a toda prisa con una ceremonia corta. Yo que aún seguía vivo, me hice el muerto. Aguante la respiración al verte tan convencida de mi nuevo estado. Verte no es la palabra, ya que el ataúd estaba cerrado. Tumbado en aquel lugar oscuro, solo podía interpretar los sonidos que se escuchaban a través del ataúd. Ponerle cara a todas las voces a las que oía que me echaban tanto de menos, y resultaba más complicado de lo que me podía imaginar. Solo tu cara aparecía clara en mi mente cada vez que pasabas, no hacía falta que hablaras, solo tus pasos eran necesarios, incluso podría imaginar como ibas vestida. Escuchar tu voz me resultaba perturbador, tu voz sonaba tan serena que me tranquilizaba y me enfadaba a la vez. Menos mal que la ceremonia fue corta, porque cuanto más tiempo pasaba, más me preguntaba  el por qué no abría el ataúd y salía con un Tachan! y sorprendía a todos, esperando algún susto, desmayo y caras de asombro. resultaba divertido hasta que intentaba imaginar que cara pondrías tu, no era capaz de saberlo, o no quería saberlo y esa idea me incomodaba. Realmente me estaba haciendo el muerto, estaba dispuesto a que me enterraran, y eso era mejor que enfrentarme a ti y destruir esa pequeña calma que te había traído mi muerte.
Me enterraste, sin ni siquiera velarme, porque velar requiere esperanza, y esperanza es lo que a los dos nos falta, por eso aún finjo que estoy muerto.


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